Por Emanuel Donati
Me habita la impaciencia de ser el honor de tu ejecución.
Me aburro en tu pared, verde, fría y maltratada por la
humedad.
Tu rostro obsceno se refleja en mi seductor acero.
El dolor en su piel es mi único anhelo.
Quiero que me tomes, con tus manos pálidas de miedo.
Quiero ser el corte que ponga fin a tanto desprecio.
Delicada y punzante, con mi puño de nácar.
Protagonista de tu locura, que no puedes controlar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario