martes, 11 de mayo de 2010

Dos Domingos

Por Emanuel Donati
Es en vano discutir los beneficios del alcohol… El obtuso nunca entraría en razón. Yo se que si no fuese por su néctar mis espadas se oxidarían en las vitrinas de la cobardía.
No pretendo hacer apología de su uso, pero mi caso cuenta la historia de unas cuantas botellas que me dieron la avienta necesaria para que la nave tome dirección. Si me preguntan…no conocía el camino, era pues una verdadera aventura. El mapa se incendió tras el primer beso, la estantería perdió equilibrio y el suceso dejo sus marcas… Mucho más reales que la piel.
Devoto de mi neurosis me vi en problemas que pude resolver dejándome llevar…a otros problemas.
Los domingos pues tomaron otra forma… algo más que religiosa.
Dos domingos formaron parte de una nueva historia.
Y cuando en aquel comienzo alguien dijo que descansaríamos los domingos, nos tendió la trampa del hedonismo. Abrió la caja de Pandora y nos ofreció sus extractos de placer. En ese momento nos hicimos más dependientes de ella, tanto hasta quedar agotados. Tanto hasta pedir… Más de Dos Domingos.

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