Por Emanuel Donati
La nuble gris cayo sobre los parpados mal habidos.
Cientos de colores perdieron la razón. Solitarios se entristecieron y jugaron el juego del hastío.
La desazón le ganó al sol y ese día… pasó desapercibido para todo ser del mundo.
Los ojos de todos los niños se nublaron y se adormecieron, sólo por el tedio de no haber ese día, ningún juego.
Los brazos de las flores nunca amanecieron y no oyeron silbar a los carpinteros.
Se entumecieron los cerebros de los grandes pensadores, crédulos de ser superiores…
Silencio gobernó esas horas, con pocas letras y gran zozobra.
La nube gris huyó tras ver la sonrisa de una hermosa mujer… Y los trigos un poco tristes…volvieron a nacer.
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