viernes, 23 de octubre de 2009

Psicología barata y zapatos de moda

Por Emanuel Donati


No hago más que una lectura. No pretendo dar un golpe de efecto ni plantear la solución a los malestares que hacen a esta humanidad.
Particulares situaciones de lo cotidiano me hacen sentir desesperanzado. Este es mi grito, mi alerta, mi voz…
Alguien nos prometió el progreso indefinido, la equidad, el bienestar social y toda una lista de ideales que podemos encontrar guardados en el placard de algún iluminista obtuso.
Pero el Ser humano es ser errante, ofuscado y plagado de seducciones que nada tiene que envidiarle a los espejos de colores de algún antiguo colonizador.
Con la mueca dibujada por un médico artesano de la apariencia, salimos a buscar una cantidad de promesas que nos ayuden a olvidar nuestros dolores de alma. Alma que teme curiosearse, pues siempre podemos tener al alcance de la mano el más variado confitero que nos mantiene funcionales.
En el peor de los casos, cuando la pata falsa de la silla nos advierte que las ofrendas divinas no alcanzan, acudimos agitadamente a algún sabedor sobre los espíritus humanos…esos que llaman Psicólogos.
Le pedimos que nos solucionen todas nuestras obscenidades, que haga algunas cuentitas y que no deje aptos para ingresar nuevamente a la pista, de paso aseveramos que no tenemos problemas… y renegamos por el gasto que implica dicho spa.
Hace poco investigué la teoría de que los Psicólogos eran parte de un clan divino, de que eran seres superdotados, que eran una raza superior o que poseían sangre de la buena...resulta que no.
Una divinidad no acude al silencio cuando pedimos un consejo, un ser de otro mundo nunca entendería mi padecer, la raza superior hubiese sido exterminada por algún perverso y la transfusión sanguínea no dio resultado.
Es difícil estar siempre donde nos piden, y las molestias en el calzado comienzan a sentirse.
Esos son los momentos en que pretendo vivir fuera del hormigón, esperando de la naturaleza que agite mi corazón y pacifique mis ojos.
Esos son los momentos en que la renuncia se hace inminente…pero no concreta.
Son los momentos en que la Psicología barata y los zapatos de moda me hacen vacilar; pero como la burguesía ya realizó su revolución sólo bajo la cabeza, prendo la televisión y en penumbras abrazo el sillón.

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