miércoles, 7 de octubre de 2009

La Onírica Sensación


Por Emanuel Donati


Estoy convencido de que ese contenido me fue impuesto. Que políticamente es el resultado de una negociación, que sin querer veo desde fuera.
Siento un paréntesis en la vigilia, una pausa que me desacomoda, me aterra y abisma.
Sin embargo aprieto los dientes para que la onírica sensación no se vaya.
Son esos momentos en los que las imágenes me trascienden, me rodean, me muestran una historia inconexa. Pero insisto en tal irracionalidad. No la desoigo.
La paradoja es que siento mis pupilas más francas que nunca, punzando por no perderse nada, a la espera como un perro de presa.
La onírica sensación provoca estragos estomacales, jaquecas, desordenes virtuales y todo tipo de molestias.
La desesperación comienza lentamente cuando siento que la película toca fondo. Una fuerza me devuelve al gastado colchón, pero yo insisto en descubrir el por qué de la onírica sensación.
Afectado por la impotencia de sentirme inerme abro puntos suspensivos en mi somnolienta construcción, pero no puedo evitar su tinte plomizo, nublado y borroso.
Inevitablemente siempre despierto, me consterno y me quejo por ser un frustrado detective de sueños. Sin embargo consigo reafirmar siempre la misma teoría:
Hay una fuerza que me trasciende y que obliga a mi onírica sensación…
Somebody put somethings in my dreams…

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