viernes, 26 de junio de 2009

El estrabismo estructural

Por Emanuel Donati
Me preguntaba sí lugar y figura se crean mutuamente. Puede ser.
¿Existe la persona adecuada para el lugar equivocado? O bien ¿acaso esa no sea la persona adecuada y el lugar no este nada errado? Como saberlo.
Para analizar las categorías en cuestión nos enfrentamos con infraestructuras y relojes, con edificios y días, casas y meses, parques y horas, trabajos y segundos.
Nos alimentamos de ellos. De las casas, los relojes, los parques, el trabajo, los edificios.
Sólo algo totalmente muerto como el a posteriori nos puede responder sí una figura estuvo en el lugar y tiempo adecuado o sí tal figura es presa de alguna maldición. La vida nos corre por debajo, nosotros le pisamos la cabeza realizando todo tipo de elecciones: relojes, casas, horas, edificios, hasta los segundos que nos pueden avisar que llegamos tarde al lugar para el que quizás siempre es temprano. De una manea o de otra vivimos desfasados.
Cada elección nos muestra un abismo, un pozo negro, al que nosotros debemos darle un relojito y una vivienda para no sentirnos tan desamparados.
Vivimos apostando deudas ingratas para poder ganar ilusiones que alimentan nuestro fantasma. Pero este néctar nos ayuda a sobrellevar día tras día tanto los placeres como los malestares, ese jugo nos sirve para ser el único animal que come del agujero una y otra vez, más allá de que nos caiga bien o nos mande al baño. El estrabismo nos es propio. No le demos vuelta la cara.

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