Por Pablo Galo
Sube como llama revirada en las cortinas
Y se asoma a la ventana de sus dudas.
Urga en el capricho ceniciento de la bruma
Con su ciego manantial de madrugada.
Un grito le inunda la
cara
Y Angélica pierde sus
alas.
Un grito le inunda la
cara
Y Angélica pierde sus
alas.
Ríe en el oleaje que penetra su escafandra,
En la hermosura que la luna le regala.
Trópico siniestro que se vuelve agua bendita
Mientras tirita en la embriaguez de su mirada.
Un grito le inunda la
cara
Y Angélica pierde sus
alas.
Un grito le inunda la
cara
Y Angélica pierde sus
alas.
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