martes, 15 de septiembre de 2009

La caja de P

Por Emanuel Donati
Un domingo me puso a hacer letra, un domingo que algún sumerio significó como el día del hedonismo. No aposté mis gafas oscuras, porque el sol es parte de los placeres de vivir la Real naturaleza.
Próximo a la hora del te inglés llegó, con su aspecto fresco y tentador, la serenidad hacía eco del domingo. Abrió su caja, tenía puerta vaivén, era provocadora y díscola… pero decididamente lo puso sobre la mesa.
Cada uno tomó lo que pudo. El hedonismo provoca un goce tan hermoso que duele. Estoy tratando de mostrar un estilo, una silueta de vida, donde la angustia y la delicia amordazan el mismo cuerpo.
La caja de Pandora no es dañina, sólo te tienta a consumirte en vos mismo. Ella viaja ofreciendo, no espera ser suplicada por insinuantes famélicos.
Lo Verosímil llega mas tarde, en lo carnal de un beso, tan lejos del doliente amor que se siente la paz.
Cada cual encontrará la suya, donde pueda, pero ella es necesaria a los fines de disfrutar de la vida. ¿Quién puede hablarme de lo hermoso de un paisaje si no sufrió la ceguera de un niño?

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