jueves, 30 de julio de 2009

El agujero de Salvador

Por Emanuel Donati
Existen puntos oscuros en los caminos, Salvador vivía allí.
Como no consiguieron otro de repuesto, la madre mintió amor y con una mueca de cariño lo empujó al destete.
Muchos tomaron la sopa de letras pero no crecieron lo suficientemente fuertes como para enfrentar las vicisitudes que la empresa exigía. Él, por su parte, veía objetos que volaban a la velocidad de la enferma realidad, pero no podía subirse a ellos. Por tanto, se creó así mismo en tumultos de creaciones, tanteando guernicas y palomas, cubos mágicos y esferas de colores.
Tras un trabajo de catalogo, encontró a su musa y resaltó sus ancas al hacerlas carne de acuarela. Pero algún letrado seguía sin entender y con su risueña soberbia desafiaba al paradigma de lo indescifrable. Mientras tanto un anciano de mandíbula de madera tomaba el mismo tren que él pero su miopía le impedía ver el futuro. Salvador persistía, sin añoranza definida, pero sombreaba murales para darle armadura a su propia estructura.
Quién se hace conocedor del hispano, lo hace de su crear, de su sexualidad y de su vehemencia, pero nunca podrá mantener una intrascendencia. Como un Ser que persiste se hizo mas real que la muerte y entre Gala y Spellbound duerme con las pupilas abiertas.

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