miércoles, 25 de noviembre de 2009

El ojo del plafón


Por Emanuel Donati

Una habitación y un plafón.
Su vestido rozaba el piso y su pelo mi colchón.

¿Cómo expresar con palabras esos miedos? ¿Cómo hablar de esa pasión?

Zapatitos negros, alhajas de importación.
Aretes y pulseras sonaban en mi desolado balcón.

¿Por qué ella si y yo no? ¿Por qué asusta la proposición?

Con los pulmones asesinados, los ojos desencajados y el ritmo frenético del corazón.

“A pueblo con dinero le sobra el amor” repetía con su sónica voz.

Pero el silencio fue la mejor respuesta a su invitación. Ese mutismo eterno anticipaba la caída de la mítica pared.

No queda tiempo para cambiar el plafón.
La luz amarillenta se hacía pesada y la lluvia besaba el sillón.

Un par de ojos de pescado eran protagonistas de la ficción, del cóctel y ese maldito almohadón.

La siesta se haría muerte cuando mis lágrimas ya no vieran el cadáver de mi procesión. Sólo ahí me note asesino…de mi propia ilusión.

martes, 24 de noviembre de 2009

sábado, 14 de noviembre de 2009

Recovecos


Por Emanuel Donati

La ruta nunca es recta. Sinuosos caminos nos obligan a ingresar en los recovecos de la vida. Lugares, instancias, momentos que nadie nos obliga a cruzar, pero de donde somos llamados a atravesar.

“El camino es en ascenso”… eso decía un abuelo, quien dedicó su vida a luchar contra la gravedad. Pero al nieto se le caían las cosas; su viaje era el del salmón. Sintió la angustia del éxodo, pero la superó con hombría y tozudez.
El niño buscó aliados, armó su milicia y la envió al frente de batalla; pero John y Paul le hicieron entender que debía dejarlos ser. Los libró de toda responsabilidad ajena y se encaminó cruzando obstáculos.

Por momentos el agua se ponía densa; por momentos sentía la brisa de aire fresco; por momentos debía trepar con un cuchillo entre los dientes, por momentos…tan sólo por momentos.

El nieto del abuelo quería llegar pero no sabía donde. El niño estaba en pleno viaje, pero cegado por la luz que nacía del otro lado del túnel.
Tomando esos recovecos que nos recomiendan creó haber llegado… pero siempre que levantaba la cabeza la ruta se extendía ante sus zapatos.

Ese fue el día que yo lo conocí… con su piel resquebrajada, sus ojos algo brillantes, y sus pies extenuados. El silencio fue nuestro socio, pero su mueca pedía una cartografía de la vida. Yo sólo pude decirle:
“Anda para donde te llamen que ese camino no me ha llevado a ningún lugar“.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Fotografia - Lautaro Actis















Contrato de virginidad

Por Emanuel Donati

Los sujetos se enlazan, se ajustan unos a otros, se ponen a la par, en desniveles o se oponen como polos opuestos. Diversos factores culturales hacen que las relaciones entre pares se establezcan marcando determinadas particularidades, si bien también encontramos como factor determinista la singularidad de cada sujeto en especial.
Actualmente asistimos a un modo de entablar grupos, de armar relaciones sociales, utilizando la brecha como posicionamiento. Nos servimos de marcarnos lo que el otro no puede llegar a concretar en base a un ideal sostenido. Punteamos esa diferencia entre lo que una persona puede dar y lo que debería lograr… “debería” sostenido desde una cultura enmarcada en un mercado que nos invade con ideales de exitismo, de partencia en base a un gadget; cultura en el que la imagen de poder tapa la sagrada palabra, el afecto y los sentidos. Esta forma de vivir nos sostiene en un fantaseo constante de creer que poder acceder a todas esas demandas anula nuestra necesidad investigar y crear nuevas formas de relacionarse… El celular, chat, video llamada, nos pone frente a la fantasía de creer que la relación con el otro puede darse sin sentirse, sin olerse, sin oírse.
Todos estamos condenados a no lograr estar a la altura de la circunstancia; siempre se nos ofrece algo que no podemos alcanzar, ante esa brecha, ante esa ruptura, línea que nos tajea… aparecemos en condición de “virginidad”.
La eterna relación entre el no poder y el goce que esto trae… pero no nos percatamos que toda escena, toda actividad sentida como placentera debe tener un limite para que sea sentido de esta manera.
La condición de desigualdad en la que nos colocamos cuando nos agrupamos, la basamos en el significante “virgo”, acudiendo a él para salvar nuestro pellejo ante el padre mercante que nos violenta diariamente. Ante este susto firmamos un contrato con nuestros pares, en el que la “virginidad” es punto nodal.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Videoteca



PULP FICTION
DIRECTOR: Tarantino




EL PIANISTA
DIRECTOR: Roman Polanski




AMELIE
DIRECCIÓN:Jean-Pierre Jeunet